LA INVASIÓN RUSA DE HUNGRÍA
En febrero de ese año, el líder ruso Nikita Kruschev había criticado los crímenes del régimen de José Stalin, durante el XX Congreso del Partido Comunista de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Después vendría la invasión rusa de Checoslovaquia en 1968, pero ese sería otro capítulo de la historia diferente al de Hungría, ya que los checos no querían separarse del Pacto de Varsovia que agrupaba a todos los países liderados por la ex URSS.
"Kruschev enviaba señales contradictorias: por un lado Moscú decía que no era la cabeza de la revolución mundial, pero por otro sometía a sus países satélites", dijo a Télam Alejandro Simonoff, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Simonoff afirmó que "en el caso de la revolución húngara, el planteo terminó siendo el de alejarse del bloqueo oriental".
"Si bien es cierto que muchas sociedades comunistas querían tener mayor justicia, no se respetaban los tiempos propios de cada país".
Para Simonoff, quien es además profesor de historia contemporánea, luego de la frustrada rebelión húngara "el comunismo terminó siendo inviable como construcción política".
Tras la muerte de Stalin en 1953, Kruschev restableció relaciones diplomáticas con la Yugoslavia de Josip Broz Tito, pero en cambio se alejó del socialismo de Mao Tse-Tung y prefirió la "coexistencia pacífica" con Estados Unidos.
Según el historiador británico, Eric j. Hobsbawn, tras la muerte de Stalin "corrió la noticia de que el monolito soviético se había roto" en Europa del Este.
"El efecto dentro de la zona europea de dominio soviético fue inmediato. A los pocos meses, una nueva dirección de reformadores comunistas de Polonia recibía la pacífica aprobación de Moscú (seguramente con el consejo de China) y estallaba una revolución en Hungría", afirma Hobsbawn en su libro "Historia del Siglo XX".
La sublevación húngara empezó en la madrugada del 24 de octubre de 1956, cuando un grupo de manifestantes se enfrentó a la policía y fuerzas del Ejército húngaro y, posteriormente, Imre Nagy fue nombrado primer ministro del país.
Nagy había sido obligado a renunciar de ese cargo el 18 de abril de 1955, luego de poner en marcha un proceso de cambio contrario a la doctrina comunista soviética.
Un día antes de la rebelión, unas 100.000 personas se reunieron en la plaza Bem, de Budapest, para oír poemas que exaltaban la libertad y la independencia, tras lo cual fue derribada una estatua de Stalin.
La multitud pedía la salida de las tropas rusas estacionadas en Hungría, la supresión de la censura, el acercamiento a Occidente, la liberación de los presos políticos y la celebración de elecciones con la participación de todos los partidos, entre otros reclamos.
Miles de prisioneros políticos fueron liberados y el Comité Central del partido Comunista húngaro eligió como primer ministro al popular Nagy, quien empezó a desmantelar el aparato estatal.
Estimulado por las promesas de ayuda, Nagy pidió protección a las Naciones Unidas, pero la crisis del Canal de Suez en Egipto -que afectó a Francia, Gran Bretaña e Israel-, debilitaron las posibilidades de que fuera socorrido por Occidente.
El 3 de noviembre de 1956, se realizó en Moscú una reunión entre los jefes militares húngaros y las autoridades soviéticas.
Sin embargo, el general Pal Maleter, representante magiar a esa conferencia, no regresó nunca a Hungría.
Un día después, el Ejército Rojo atacó Budapest y la fuerza aérea soviética bombardeó gran parte de la capital del país, en el marco de una ofensiva masiva dentro de la ciudad.
Por lo menos 1.000 tanques soviéticos entraron en Budapest y las tropas rusas batallaron con las fuerzas húngaras. Muchos soldados soviéticos fueron linchados por la multitud.
En tanto, unidades de la infantería soviética asaltaron el Parlamento y Nagy y otros miembros de su gabinete fueron capturados.
Finalmente, la sublevación fue derrotada el 10 de noviembre de 1956, pero las tropas soviéticas recién se retiraron de Hungría en 1991.
La respuesta militar rusa fue devastadora, ya que al menos 30.000 personas murieron sólo en Budapest y cerca de 200.000 húngaros se asilaron en Europa y Estados Unidos, según informes de la BBC de Londres.
En 1957, el célebre escritor Albert Camus, autor de "La peste" y "El Extranjero", entre otras obras, escribió: "Hungría conquistada y encadenada ha hecho más por la libertad y la justicia que ningún otro pueblo del mundo en los últimos 20 años".
Faltan entradas con imágenes, interpretaciones de historiadores, declaraciones de dos protagonistas y mas información. Arreglar también el tipo de fuente que a veces no se distinguía muy bien ya que se cambiaba el número de la letra. A pesar de todo, la información que está, esta buena.
ResponderBorrarhttp://sensation-berlin.blogspot.com/